“El Mundo de la Mujer” nos lleva hacia ella, para encontrarla y con grandes deseos de conocerla en su total belleza, fielmente integrada dentro de su propia feminidad, intentamos descubrirla. Ilusoriamente, creemos conocer lo que normalmente vemos en su “mundo externo” y sin saber que la mujer posee un “mundo interno”; únicamente, vuestros ojos se pierden en los luminosos reflejos de la hermosa figura que representa su “anatomía humana”.
Lanzarme a conocerla, fue para mí como aventurarme a realizar un viaje desconocido en alta mar, y sin tomar en cuenta sobre la inmensa profundidad de “su ser”, los vientos de la vida me llevaron a revelar su encanto genuino. Descubrí que la mujer poseía un alma integrada, en una dimensión desconocida y no muy bien difundida; cual sueño realizable resguarda ella en la gracia de la fe y el amor, espectáculo sublime que moldeaba con devoción su “anatomía espiritual”.